miércoles, 30 de abril de 2008

BIENVENIDA, ALFONSINA

Alfonsina Storni, poeta Argentina y una de las más importantes de América, nació el 29 de marzo de 1892, en Sala Capriasca, Cantón Ticino de la Suiza italiana.
Pasó su infancia en San Juan (Argentina). En la Escuela Normal de esa ciudad cursó sus primeros estudios y, más tarde continuó en Coronda (provincia de Santa Fe. Argentina), de donde egresó con el título de maestra normal.

Su niñez fue la de una niña pobre, trabajó en una fábrica de gorras como obrera.

En 1911 comienza su carrera como docente en la Escuela Elemental Nº65 de la ciudad de Rosario (provincia de Santa Fe. Argentina).

Posteriormente en Buenos Aires trabaja como empleada en una casa comercial y en 1916 da a conocer su primer libro de versos: La inquietud del rosal.

En 1917 recibe el Premio Anual del Consejo Nacional de Mujeres por: "El Canto de los Niños".

Ocupó una cátedra en el Teatro Infantil Lavardén (Buenos Aires. Argentina), y dos años más tarde, en 1923, es nombrada profesora de declamación en la Escuela Normal de Lenguas Vivas. En sus últimos años también fue docente en el Conservatorio Nacional de Música.

Realizó varios viajes por Europa, el segundo en compañía de su hijo Alejandro Alfonso. En el viejo continente dictó con éxito varias conferencias.

Pero el momento culminante de su carrera, lo constituyó la reunión en la Universidad de Montevideo con las otras dos grandes poetisas americanas, Gabriela Mistral y Juana de Ibarbourou. La convocatoria conjunta fue para hacer pública la confesión de su forma y manera de crear.

Siete libros de versos y uno de prosa poética, y algunas comedias, integran su obra lírica.

Ocre, publicado en 1925, considerado por la crítica como el más logrado de sus poemarios, marca una insinuación firme hacia la captación de imágenes universales. No obstante puede decirse que el contenido de sus poesías fue siempre autobiográfico.

En el año 1935, durante su estadía en las playas uruguayas, Alfonsina presintió su enfermedad, un tumor en un pecho.

Se trasladó a la ciudad de Mar del Plata (provincia de Buenos Aires. Argentina), donde en la madrugada del 25 de octubre de 1938 se suicidó internándose en el mar.




DOLOR

Quisiera esta tarde divina de octubre
pasear por la orilla lejana del mar;
que la arena de oro, y las aguas verdes,
y los cielos puros me vieran pasar.
Ser alta, soberbia, perfecta, quisiera,
como una romana, para concordar
con las grandes olas, y las rocas muertas
y las anchas playas que ciñen el mar.
Con el paso lento, y los ojos fríos
y la boca muda, dejarme llevar;
ver cómo se rompen las olas azules
contra los granitos y no parpadear;
ver cómo las aves rapaces se comen
los peces pequeños y no despertar;
pensar que pudieran las frágiles barcas
hundirse en las aguas y no suspirar;
ver que se adelanta, la garganta al aire,
el hombre más bello, no desear amar...
Perder la mirada, distraídamente,
perderla y que nunca la vuelva a encontrar;
Y, figura erguida, entre cielo y playa,
sentirme el olvido perenne del mar.


EL RUEGO

Señor, Señor, hace ya tiempo, un día
soñé un amor como jamás pudiera
soñarlo nadie, algún amor que fuera
la vida toda, toda la poesía.
Y pasaba el invierno y no venía,
y pasaba también la primavera,
y el verano de nuevo persistía,
y el otoño me hallaba con mi espera.
Señor, Señor; mi espalda está desnuda,
¡has estallar allí, con mano ruda
el látigo que sangra a los perversos!
Que está la tarde ya sobre mi vida,
y esta pasión ardiente y desmedida
la he perdido, ¡Señor, haciendo versos!